Son humos los hincados de agua y fuego(2),
les negaron la anemia del perdón,
porque el triunfo es un sordo frente al ruego.
La pelota(3) —ventura, decisión—,
otro cruce de entrega de los dones,
rebota bajo el rito de expiación.
Los sesos, al final, en armazones
se escurren, insinuando el señorío
por encima de hostiles poblaciones
que intenten susurrar el desafío.
(1) m. Altar que construían algunas culturas precolombinas del antiguo México, con la base decorada con cráneos tallados en piedra y estacas en la zona superior para ensartar la cabeza de los sacrificados.
(2) Agua y fuego. Difrasismo para guerra.
(3) El Tlachtli o juego de pelota mesoamericano, fue un deporte con connotaciones rituales, jugado desde 1400 a. C. por los pueblos precolombinos de Mesoamérica; se practicaba tanto en la vida cotidiana como en celebraciones religiosas.