La casaca del llano tercia al paso
cuando la luna estila leche intensa
y el palafrén destranca su regazo.
En barbas de la noche —aún suspensa—,
al maute fosiliza con la maña,
horario en que la ubre recompensa.
Su esmalte belicoso fue de hazaña:
como quien melga o barre el continente.
Su diestra para el arpa no es extraña;
a la dama —en hinojos—, reza urgente.