La caída del árbol de los mil años

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Samán de Güere en la actualidad

Fue la noche, mampara de las luces
en ascenso, culpable de la muerte:
¡Amoco maquinó al rodar de bruces!

Telúricas raíces —mala suerte
al enroscarse el perno del destino—,
no contuvieron la salud del fuerte.

¡Mil años descompuestos! Repentino
fue el azote al duramen del coloso,
¡Mil años extinguidos! Mortecino
es el ciscón del árbol religioso.

 

El Samán de Güere es el nombre dado a un árbol de samán (Samanea saman) situado en la avenida Intercomunal Santiago Mariño del municipio homónimo, Venezuela. Declarado monumento nacional en 1933. El árbol y su ambiente inmediato constituyen un monumento histórico por haber sido el punto visitado por el Libertador Simón Bolívar con sus tropas en su paso por Aragua. Además, por el año de 1800 y por un exámen realizado por Alexander von Humboldt le concedió al samán una edad igual a la del dragonero de Orotava, es decir, mil años.

El 18 de septiembre de 2000 poco antes de la media noche, su tronco principal cayó por los fuertes vientos que arrazaban sobre el ya podrido madero.

Amoco – demonio de la nación cumanagoto (etnia indigena de Venezuela) que es representado con el rayo.

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Fotografía del Saman de Guere de 1857 por Paul de Rosti, titulado (Der große Zamang)

El llanero

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Pintura de Eloy Palacio. Siglo XIX

La casaca del llano tercia al paso
cuando la luna estila leche intensa
y el palafrén destranca su regazo.

En barbas de la noche —aún suspensa—,
al maute fosiliza con la maña,
horario en que la ubre recompensa.

Su esmalte belicoso fue de hazaña:
como quien melga o barre el continente.
Su diestra para el arpa no es extraña;
a la dama —en hinojos—, reza urgente.

La flor de mayo

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La cattleya mossiae es la flor nacional de Venezuela desde 1.951

 

¡La zarina desdobla sus enaguas!
La zarina respira abiertamente
por manos del edén desde sus fraguas.

Hincha en la roca el bezo diluyente,
o empercha, con el peplo, la enramada,
donde boceza el clima o la serpiente.

 

La crucifican en la cruz trazada
como un tótem curioso, en primavera.
La quiere la parcela en madrugada,
y Yara, en cabalgata, de escudera.

El piache-jaguar y los siete rostros flotantes

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Petroglifo en el sector Los Yánez, parroquia Carayaca, Edo. Vargas

 

El jaguar patrocina como adarga,
corazón que desdobla su energía
por la espiral del yopo que abotarga.

Siete rostros flotando en la sombría
zona, que la maraca zarandea
al reforzar su semen con la orgía.

¡Osado el canto! Ínclita tarea
contra el achaque, para hundir el trono,
que al desvalido su salud saquea,
enhiesta la macana con encono.

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Rechinó la baldosa de París
desde el Andes, apéndice de guerra.
¡Espumaron el vino con anís!

La bóveda triunfal, alzada en tierra,
fue el descaro, el espíritu malquisto,
en hombros del burgués que teme y berra.

El grillete a las botas fue previsto.
Banqueros apiñados al trasnocho
de las calles, al no ayudar al cristo;
de sus bocas enanas creció el gocho.

Las fauces del diablo

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Suspira en verde sayo la latebra,
tugurio intestinal del hunapú,
en tiempos que infamaba la culebra.

Escondida en la giba de un cebú,
le confiere al quiróptero nocturno
madeficar su sombra de tisú.

Tallada desde el bozo de Saturno,
hasta la torcedura de su dedo;
enluce si la piedra pisa alburno,
y sus fauces invocan carga y miedo.

El hombre de los 600 nombres

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Con el hábil tendón, que de tu mano,
tendido, con afán a la escritura,
y con los aires que surtía Jano,

licuaste los escritos a tu altura.
¡Argucia del disfraz entre los vates,
en sus dignos talentos de locura!

Hecha la delación de tus dislates,
además de abusar del buen Rufino,
por dormirte en Madrid en sus arriates,
al parecerte el dumio tan cansino.

La malquerida zarzuela

De todos mis adefesios es la letra de Alma llanera del que mas me arrepiento. En efecto, es esta mi página dolorosa; el hijo enclenque de mi espíritu, la cana al aire, la metida de pata. Amigos abandonados, por consolarme, dicen que su mediano estreno en el Teatro Caracas y su pavorosa “reprise” en el Municipal, fueron  culpa de los cómicos que la montaron, que eran muy malos.9 de enero de 1916 – Rafael Bolívar Coronado

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¡Coronado! ¡Tonto bardo, lerdo y leve! Con la queja,
hiena austera que al instante clava el diente al pescuezo,
retorciste la corona refinada de tu oreja.

«¡La apertura de la noche desgajaba con bostezo!»
¡Qué condena concentrada con ligero histerismo!
Pues, los labios, nunca dieron las señales de un tropiezo.

De tus ojos, bajo sombra, divisaron con simplismo
el teatro, que en la sala fue cogido con cautela.
Te sentías, a dos años, sentenciado al abismo;
con el tiempo, a la cumbre, esponjaba tu zarzuela.

 

 

Voces de las mujeres poéticas

Dedicado a Arnet Fatheb Grøthen, del foro poética MundoPoesía

Con esta estrofa voy a presentar
a la mujer nacida en Venezuela
de la literatura y del cantar.

—Soy del llano, y me mientan Marisela,
aparezco a la altura del escote,
ya que vivo los años de mozuela
y soy potranca andando al pasitrote.

—Acá, La Doña Bárbara del llano,
y estoy en la mitad, en la cintura,
¿quién se atreve a quitar mi fuete en mano?

—Soy Mama Blanca, agota la postura
donada por cadera, y soy la anciana
que evoca sus años de infancia pura,
lo que relato no es memoria vana.

—Ifigenia, llegada a mi Caracas
luego de andar Europa por un mes,
y me dejan con estas piernas flacas.

—Giraluna, bebé del cumanés,
ya que de los poemas tú me sacas,
tonto, ¿y me precipitas a los pies?

 

En el marco de la amena discusión que ha significado el tema soneto vs. crepuscular
cuya estructura descrita por el poeta venezolano Francisco Lazo Martí en su comparación
con el soneto en contraposición con las formas de la figura femenina. (Arnet Fatheb Grøthen)

Soy la Crepuscular

Sea quizá la prima americana,
soy como una mujer de busto estrecho
y mido un seventesio más enana.

Entré por esta casa, sin acecho,
y la verdad que entré muy bien torcida
con tercetos en alto y de provecho.

No quiero ser acá la mal querida,
menos ser, del Soneto, la contraria;
aunque tenga mis años de nacida
abrigo cierta facha estrafalaria.